La infanta Cristina de Borbón se ha sentado por primera vez en el banquillo este lunes acusada de un delito fiscal dentro del caso Nóos y ha afrontado esta situación con actitud seria, erguida e intentando no crispar el gesto. Su marido Iñaki Urdangarin, también procesado, se ha mostrado más inquieto. El juicio, que está previsto que se prolongue hasta junio, examinará la actividad de la fundación presidida por el cuñado del Rey, y el supuesto desvío de más seis millones de euros de fondos públicos. La Audiencia de Palma juzgará a 18 acusados, entre los que se encuentra por primera vez en la historia un miembro de la Casa Real.
© CATI CLADERA La infanta Cristina durante el juicio del 'caso Nóos'.
Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin han llegado juntos a la sala donde se celebra el juicio, pero se han separado rápidamente. Cada uno ha ido a su asiento. Urdangarin ha saludado al exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau, también procesado, que ha estrechado la mano de la Infanta. Urdangarin se ha acercado a su exsocio Diego Torres y han estado cuchicheando.
El marido de Cristina de Borbón, para el que la fiscalía pide 19 años y medio de prisión, ha afrontado sus primeras horas con inquietud. Ha estado mirando a su alrededor, rascándose y cruzando los brazos sobre las rodillas. La Infanta, al contrario, ha seguido muy concentrada la intervención de su abogado, Jesús María Silva. Con el semblante serio y sin perder la compostura, ha escuchado cómo pedía anular la parte del auto de apertura de juicio que le afecta, algo que la libraría del banquillo.
El primer receso ha llegado sobre las 11.20. En el momento en el que el tribunal ha anunciado la pausa, la Infanta se ha levantado con naturalidad y ha sido la primera en abandonar la sala, sin esperar a su marido. Cristina de Borbón se ha dirigido a otra estancia, habilitada para los descansos, en la que los encausados pueden hablar con sus abogados.
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